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Construyendo un producto digital

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Metodologias_de_trabajo

Como parte del proceso de creación de un producto y tras una primera fase de ideación del mismo existe un momento en el cual tenemos que abordar la construcción de lo que previamente hemos definido, es decir, bajar a tierra lo que hasta el momento son ideas y conceptos para crear algo tangible que pueda utilizarse. 

Dentro del entorno digital esto suele implicar un desarrollo de software (una web, aplicación móvil, aplicación de escritorio o incluso varias de ellas) que requerirá de una planificación lo más ajustada posible para poder ofrecer un producto novedoso y lo suficientemente flexible como para poder adaptarnos rápidamente a un mercado cambiante.

Entre las múltiples opciones o metodologías existentes para la gestión de este tipo de proyectos, se encuentra un subconjunto cuyas características y beneficios encajan perfectamente con el escenario que hemos descrito: las metodologías ágiles.

Este conjunto de metodologías se caracteriza por estar basadas en una serie de principios, uno de los cuales marca una clara diferencia con metodologías utilizadas tradicionalmente consistentes en entregar un documento de requisitos inamovible y una fecha de entrega que nunca se cumple: “La colaboración con el cliente debe estar por encima de la negociación contractual”,  lo que quiere decir a efectos prácticos que el proyecto debe permanecer abierto al cambio durante todo su desarrollo.

Por poner un ejemplo, la metodología Scrum (quizás la más popular entre las llamadas ágiles) propone trabajar en iteraciones de un tiempo determinado, y al término de cada una de esas iteraciones realizar una presentación al cliente del trabajo realizado de manera que éste no solo pueda hacerse una idea del estado de avance del proyecto, sino también decidir si desea introducir cambios sobre el planteamiento inicial del proyecto e incluso si el producto elaborado hasta el momento es lo suficientemente maduro como para empezar a explotarlo mientras en paralelo se continúa evolucionando su desarrollo.

Este “pequeño” detalle en el ámbito de un proyecto digital ofrece importantes ventajas de las cuales destacan:

  1. Que el producto se adapte a la realidad del momento: en un proyecto digital de largo recorrido, es posible que algunas de las variables que nos llevaron a confeccionar nuestro producto cambien, como por ejemplo el avance de la tecnología, cambios de tendencias, la aparición de productos similares en el mercado o que simplemente nos demos cuenta de que lo que tenía sentido en nuestra cabeza no tiene utilidad una vez trasladado al mundo real. Poder introducir cambios en las especificaciones nos permitirá adaptarnos al entorno de manera que el producto que saquemos sea actual y competitivo,  y no algo desfasado desde el primer momento.
  2. Poder obtener rendimiento del producto en una fase temprana: al recibir entregables periódicos de las funcionalidades completadas de nuestro producto, se cuenta con la opción de decidir empezar a explotarlo antes de la finalización del proyecto, lo cual no solo implica comenzar a recibir beneficios (en el caso de productos que se puedan monetizar) en una fase temprana sino también poder recibir feedback por parte de los usuario (ya sea directa o indirectamente mediante el uso de herramientas de analítica) y así orientar la planificación restante del proyecto en un sentido u otro según el análisis de los datos recibidos.
  3. Poder focalizar el esfuerzo en las funcionalidades que mayor valor aportan: intrínsecamente relacionado con los dos puntos anteriores, está el hecho de que no solo al comienzo del proyecto, sino también durante el mismo, aparecerán multitud de funcionalidades que podrían formar parte del producto, pero no todas ellas tienen la misma importancia de cara al usuario o devuelven una misma rentabilidad. Tener la oportunidad de cambiar el foco o prioridad de las próximas funcionalidades a desarrollar tras cada iteración permite centrarse en aquellas que aportan auténtico valor al producto dejando todas aquellas que se puedan considerar secundarias para el final del proyecto, una segunda fase o incluso llegar a descartarlas.

Son estas ventajas las que hacen que a día de hoy se considere que las ágiles no son únicamente un grupo de metodologías innovadoras, sino una adaptación a la realidad de la gestión de proyectos actual, especialmente cuando hablamos de un entorno tan cambiante y vanguardista como es el digital, en el cual llegar el primero o poder actualizarnos rápidamente adaptándonos a las necesidades del usuario son la clave que determina si nuestro producto será un éxito o un fracaso.

Autor: Carlos Matias Vela, Project Manager & Scrum Master en Unidad Editorial