Cuando tenemos entre manos el desafío de dar a conocer un nuevo producto a su público potencial, podemos pensar que, por el mero hecho de ser nuevo, conseguiremos con menor esfuerzo su difusión y adopción. Pero la experiencia nos demuestra que la realidad es bien distinta y, o entendemos correctamente cómo funcionamos en lo social e individual, o solo llegaremos a conseguir el fruto de la casualidad, si es que lo conseguimos.
Las personas nos movemos por diversas motivaciones y hay ciertos aspectos que nos influyen o nos ayudan a tomar finalmente las decisiones. No todos somos iguales ante lo nuevo.
Si observamos la tendencia natural generalizada a evitar riesgos, tendremos frente a nosotros un sesgo muy interesante a estudiar que está estrechamente ligado a como adoptamos y consumimos las novedades, y como éstas, una vez adoptadas, se transmiten a nuestro entorno.
En el ciclo de adopción de la innovación, aplicable a la perfección a la adopción de las novedades en otros ámbitos, existe las figuras del innovator y del early adopter.
Los innovators son los que toman el riesgo inicial y quienes crean lo nuevo. Los early adopters, en cambio, son los individuos que siendo líderes de su comunidad, sea del tipo que sea, a diferencia de la mayoría, son los primeros en probar lo que aún no es conocido, lo que se sale de lo habitual. Son estos sujetos la clave en el proceso para que algo pase de una simple rareza sin trascendencia a que su uso o consumo se extienda hasta convertirse en masivo.
Con la irrupción de las tecnologías de la información, especialmente con la llegada de Internet y los medios sociales, todos y cada uno de nosotros tenemos el potencial de convertirnos en medio. Con ello, surgen nuevas oportunidades y estos early adopter, que suelen ser curiosos por naturaleza y de perfil inquieto, y con una personalidad que les lleva a estar al tanto siempre de lo más trendy y rompedor, tienen la necesidad de estar informados de lo último. Por este motivo, estar en Internet es para ellos imprescindible, y no solo consumiendo las novedades, sino siendo parte de la difusión de las exclusivas entre su ávida y selecta audiencia, las personas que forman la comunidad que se genera a su alrededor, porque entre otras cosas, de ello depende su credibilidad y relevancia para mantenerse como expertos en la materia.
En estas micro comunidades de nicho, fieles a los que adoptan de forma temprana lo nuevo (aunque para la mayoría puedan ser difícilmente detectables, cuantificables y sobre todo explotables) existe el caldo de cultivo para que un nuevo producto tenga éxito o pase completamente desapercibido a pesar del esfuerzo económico y de recursos invertido en comunicación y marketing. Y es que cada día los mass-media generalistas son menos la respuesta a las necesidades actuales de las marcas y al entorno de perfiles de intereses hiper-segmentados al que se enfrentan.
Los early adopters por tanto, suponen la llave para cambiar actitudes, opiniones, derribar el miedo al cambio inicial, y pasar a considerar lo que antes ni nos planteábamos. Ya que al difundir su experiencia generan opinión y provocan cambios que conducen a la acción, porque son capaces de amplificar el mensaje redundando directamente en los resultados de las acciones.
De este modo, se hace imprescindible tener en cuenta esta nueva realidad para ser capaces de, con una gestión óptima de los recursos, obtener el máximo retorno de la inversión. Aunque no de cualquier modo porque, para dirigirnos a estos pilares claves de nuestra estrategia, debemos entender su lenguaje o rodearnos de quienes lo entiendan y nos pueden ayudar en esta tarea porque, como en todo, esto tiene su especialización. Pero si lo enfocamos de forma adecuada podremos observar como gracias a la viralidad de los medios sociales y de forma casi espontánea alcanzamos rápidamente los objetivos marcados.
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